Escribo desde esta tarde que intenta ser
fresca, desde una habitación que quiere ser íntima, desde unas teclas de
plástico que no quieren dejar de ser cálidas, desde una ventana con cortinas de
ramas y flores abierta lo mismo al cielo
multicolor de los días que a las diferentes obscuridades de la noche, desde una
música del clavecín de Bach que nace en
otro tiempo, y con sus 292 años se
derrama desde arriba de los libros , y pasa por Cortázar y su Rayuela; Fuentes y su región más trasparente y Paz , y
su Laberinto de la Soledad y La memoria del Fuego de Galeano; Sabines y su poesía reunida y Poniatowska y su
noche de Tlatelolco y Borges y Benites y Cosío Villegas; por las sonatas de Beethoven, los discos de Silvio y Serrat,
y Amaury y los Beatles , y por las caracolas que me regaló mi amigo Lino ( a quién la vida quedó debiéndole muchos,
pero muchos años) hasta alcanzar la ventana con cortinas de ramas y flores que
da al patio donde están enterradas las cenizas del Shadow, el pastor alemán blanco que vivió su
vida enterita con nosotros.
Escribo desde un rincón de esto, que aprendí
hace incontables años, sentado en un banco de madera cansada, que se llamaba La
Patria, y que nos unía a todos y que comenzaba en el Bravo y el Colorado y
terminaba en el Grijalba y el Suchiate y el este estaba el Golfo y al oeste el Pacífico, y resultaba
que estabamos rodeados de agua y éramos y somos hijos del agua , y quizás por
eso los hijos de esta Patria somos tanta lluvia, llanto, tormenta y aguacero, y
no hacemos sino inundarnos de pena y ahogarnos de desolación, aunque pronto,
alguna noche, aprendemos a sobrevivir empapados de la humedad prodigiosa que
nos gotea el amor .
Escribo desde la esquinita de esta Patria, de
la que aprendí en la banca de madera
cansada y supe que éramos Veracruz, y Chihuahua y Tabasco y Jalisco, y Guerrero y
Chiapas y el lago de Chapala y el Cofre de Perote , y éramos también los
Huicholes que vivían en Nayarit, los Rarámuris en la Sierra de Chihuahua, los
Choles y Tojolabales que viven en
Chiapas, los Mixtecos que viven en Oaxaca. Y todo esto cabía en un cuaderno que
siempre fue viejo, pero que llegaba puntual a las ocho de la mañana, al
escritorio de madera cansada que estaba en una escuela que se llamaba José
María Morelos y Pavón. Ahí supe y sabría que en la Patria cabían también los verdes de las misteriosas selvas, los
azules de las insondables aguas que nos rodeaban , los cafés de las Sierras inagotables, los amarillos de los desiertos
inauditos, los morados de los atardeceres y los negros de las noches
inquietantes, el blanco de los vestidos de las Oaxaqueñas, el claroscuro de la
piel de las veracruzanas, y en un rincón de mi patria, el rojo del beso de tu
boca.
Escribo de un rincón de la Patria, desde esta
ciudad parte mito, parte sueño y parte misterio, donde caben igual una invasión filibustera, un legendario
casino, dos hipódromos, decenas de diluvios, una avenida hecha de leyendas, una
frontera hecha de sueños, de muros de concreto y de oraciones perdidas.
Escribo desde el rincón de arriba y a la
izquierda y trato de entender lo que
sucede en las otras esquinas de mi Patria, y trato de entender la vida allá
junto al Suchiate y la selva, los montes, la miseria, qué es ser Tzeltal o
Tojolabal, su vida perseguida, el frío de todos los días , la lluvia, la
enfermedad ,la muerte y miro lo que sucede en
Oaxaca donde arrecia lo mismo furia de la naturaleza con el encono
humano y la pobreza es más pobreza y la muerte es más muerte y la soledad es
más soledad.
Escribo desde una frontera y pienso en estas
tierras olvidadas por la ley, tierras convertidas en camposantos y entonces
Juárez y sus incontables muertas con y
sin rostro, con sin nombre, con y sin sepultura, todas sin justicia. Pero
parece que Juárez, es otro nombre de Chiapas, de Tijuana, de Veracruz, de Tamaulipas,
de Oaxaca, de Hermosillo, de Acteal
donde vivimos y morimos sin
rostro, sin nombre, sin sepultura.
Escribo y trato de desentrañar el tiempo que
viene y escucho los clamores por reducir el dolor, por acabar con la
desvergüenza, la impunidad y establecer un breve pero cierto y legítimo espacio
donde el respeto y la tolerancia, y la ley y la nobleza, y la lealtad y la Paz.
Para que en esta patria haya un rincón, un rinconcito, un pedacito, chiquito
como la palma de mi mano donde se siembre
la breve semilla de la felicidad y la querencia.
En esta patria de la que aprendí que era la mía,
en aquel banco de madera cansada en un saloncito obscuro y de ventanas sin
vidrios de un escuela con nombre de prócer, pero que tenía un patio de tierra,
muy chiquito, sin árboles ni pastito para tirarse a ver las nubes reflejando nuestros sueños.
Escribo desde el fondo de mi esperanza desde
los atisbos de mis sueños y de mi piel , desde la música de Bach que sigue subiendo y bajando por los libreros y tocan las denuncias de
Bartolomé de las Casas, contra el maltrato a los indígenas las historias de
poder de Don Juan, las imágenes amorosas de Jaime Sabines y de Neruda , las dos
biografías del “Che” Guevara, la de de
Taibo II y la de Castañeda , las aventuras de Gandalf y de Frodo descritas
por Tolkien en los tres tomos de El Señor de los anillos, los comunicados y
cuentos del subcomandante Marcos, y los
diez tomos de la “ Historia Moderna de México” de Cosío Villegas.
Escribo ante, bajo, cabe, con, contra, de,
desde, durante, en, entre, hacia, hasta, mediante, para, por, según, sin, so,
sobre, tras, mi patria ,esa donde Cuauhtémoc fue el último emperador Azteca, Sor
Juana, lo mejor del Barroco Novohispano ( que siguió siendo la mejor cuando era
lo mexicano), donde Taxco y su plata, Tres Marías y sus quesadillas de queso, y
de hongos, y de sesos, y sus pambazos de chorizo , y su champurrado, Veracruz y
su café de “La Parroquia” cualquier noche después de pasear por el malecón,
desde donde mira el nacimiento de la luna roja y el embarcadero, donde
Monterrey y sus Troles, Puebla y su mole y sus chalupas , Ensenada y sus tacos
de pescado, Yucatán y su Cochinita Pibil , Mexicali y su comida China,
Tijuana, sus burritos del bol corona y
el café del Das Cortez, de la esquina de la Brasil y Durango en la Cacho.
Escribo desde un país inconcluso. Tenemos
demasiados pendientes.
Demasiadas deudas con la justicia, demasiada
sangre derramada, demasiada miseria , sobre demasiada gente. Tenemos pendientes trabajos , escuelas
, caminos, casas, libertades. En incontables rincones de la patria no llegan ni
el agua, ni el pan , ni la justicia porque todas están en manos del mismo
hombre. Está secuestrada la educación, la historia cotidiana, la libertad. El
país está en manos de unos cuantos apátridas, mientras nuestra esperanza es una
velita cuyo fuego cuidamos contra ventiscas imprevistas.
Escribo en medio de la noche que me mira y
abraza. Escribo mirando los recuerdos pintados en el cuaderno que llevo dentro
desde hace años, y que era viejo el
mismo día en que lo compré, igual que el
banco de madera cansada, enmedio el saloncito obscuro, con ventanas sin vidrios
y que tenía en la pared el mapa que
atestiguaba que estábamos rodeados por agua, en
la escuela con nombre de prócer y el patio pequeño sin árboles ni
pastito.
Escribo desde el inicio de mi país, desde
este rincón que, para escribir ,
finalmente ha de ser tan bueno como cualquier otro rincón.
Escribo y son palabras, imágenes ,sueños y
recuerdos lo que arrojo al agua como
otros arrojan las semillas al surco.
Escribo y espero una lluvia que nos limpie y
un cielo que escampe.