lunes, febrero 06, 2006

LUNES 6 DE FEBRERO

Los árboles se están secando,
algo en ellos se resiste a florecer.
Los mares se sacuden convulsionándose.
El cielo llora hasta inundarnos.

Un frío inaudito nos ahoga.

Seguramente ahora mismo hay menos flores.
En algún lugar – como este, por ejemplo-
la vida se extingue
ahogando su último suspiro.
Un ave vuela por última vez.
Se desprende,
en silencio,
el pétalo restante.

¿ Quién escucha el llanto que se escurre por la piel de una mujer?, ¿Quién cobija su cuerpo tembloroso, tiritando de miedo gélido ?, ¿ Quién rescata sus palabras para no se olviden?, ¿ Quién detiene la mano del agresor que empuña humillación, encono, menosprecio, ira, locura?, ¿Quién conoce los nombres de los perpetradores, de los depredadores, de los asesinos?, ¿Quién los reconoce cuando deambulan con cinismo por las mismas calles que sus presas, cuando asisten a los mismos lugares, cuando habitan en la misma casa ?

No lo se.
Tampoco ellas lo saben.

Tenemos que aprender a escuchar su llanto ( un llanto lejano, quedo, escondido entre sus ropas, entre sus manos, entre las paredes de su habitación ; un llanto que se confunde con un quejido del viento , con un lamento de la noche ), seguir el hilo de lágrimas que nace de sus ojos ( no es fácil, el hilo se pierde entre las calles, se hunde en la hierba, se oculta bajo los autos. A veces tenemos que buscar la humedad , las tercas lágrimas que permanecen bajo una almohada, en un pañuelo tirado a la basura, en el crucero de una avenida). Tenemos que aprender a mirar el rostro de ellas ,alguna tiene un surco en la mejilla, un surco, un surco sutil, huidizo, sinuoso por donde noche a noche corre un río.



Tenemos que cobijar su frío ( son imprescindibles los abrazos para entibiar el cuerpo, para restaurar la calma ), tenemos que rescatar, escribir, esparcir sus palabras ( el silencio es una agresión, una muerte más que podemos impedir ). Tenemos que aprender a identificar al agresor , escuchar sus pasos en la sombra de la ciudad, reconocer en su mirada el abismo que lo habita, palpar en su voz el vacío de sus palabras, intuir en su cuerpo , la muerte que lo circunda.


No sé que más tengamos que hacer. Sé que cada golpe, cada herida, cada muerte contra las mujeres, cada feminicidio, cada acto de violencia contra ella – una sola- depreda lo humano entre nosotros, incesta un golpe irremediable en el corazón de la vida.