jueves, julio 03, 2014

Apuntes

1.- Nací en Julio, era el tres,  era domingo  y estaba lloviendo. Era la ciudad de México, nací en el ombligo de la Luna.
2.- Mi abuelo paterno, Juan Benjamín Moncada, era trompetista, y dicen (decían) que habría tocado con las orquestas de  Luis Arcarás y Juan S. Garrido. De él, de sus hermanos y hermanas crecería una dinastía de pianistas, escritores, danzantes y poetas.
3.- Mi Abuela Tina,  se había enamorado de él sólo porque era músico. Y porque se parecía a Emilio Tuero.
4.- Mi abuela Elena Spínola, blanca como la espuma del mar caribe, de ojos verdes,  criolla de tercera generación se fugó adolescente de casa de sus padres en Campeche y se fue a vivir a Veracruz, donde hizo vida hasta que, después de tener a sus cinco hijos, vivió como madre soltera, borrando de los anales de la familia al abuelo, ( se rumora su nombre , Eugenio, heredado al hijo mayo). Su  destino final ha sido un misterio. Mi abuela, decía de tiempo en tiempo para definir los temas tabú, “de esas cosas, no se habla. Entre esas cosas, estaba mi abuelo.
5.-  Mi papá siempre fue Atlantista. Nadie como Horacio Casarín declaraba de domingo en domingo (ni Borja, ni Hugo, ni el Manolete, ni el “Chalo” Fragoso). La elección no sorprende. Los Atlantistas eran los desposeídos del país.
6.- Si mi papá veneraba al Atlante y al futbol, mi madre – hija de un músico-  se declaraba fanática del Cha Cha Cha,  de Jorrín y la Orquesta Aragón.
7.- Hasta los 8 años, viví en edificios oscuros de la colonia Narvarte en la ciudad de México ,en todos había fantasmas que hablaban detrás de las puertas y dormían en los pasillos. No había otro entretenimiento que la radio en la sala de la casa
 8.- La primaria la estudié en la escuela pública, José María Morelos y Pavón. No había árboles, ni pasto, ni platitas, sólo un terregal solitario.
9.- Tuve dos  hermanos y una hermana. Cuatro tíos paternos, cuatro tíos maternos. Quince primos maternos y veintiún paternos. Dos abuelos maternos y la abuela Elena ( del abuelo paterno desterrado de la memoria familiar, ni su sombra)
10.- Mis vacaciones usualmente eran en Veracruz, en la casa de turno de la abuela Elena. Esto duró años. Viajamos al puerto, en tren ( pasaron años para dormir en pulman), en camión, en carro; en julio, en marzo, en diciembre; fui con mi familia, con mis primos y con mis amigos.  De ahí, es decir, de Veracruz  mi gusto por el café de Coatepec en “La Parroquia” , la Gordas, las Picadas, las Negras, el Chilpachole de camarón, los Pulpos en su tinta, la Mojarra, el Vuelve a la vida, la nieve de Guanábana, el mar nocturno, la luna roja en horizonte  los Mangos con chile y los tranvías.
11.- Desde que recuerdo, las fiestas de los Moncada estaban llenas de música, de poesía. Tíos y tías pianistas, escritores, periodistas, defensores de la Revolución Cubana, lectores de Cortázar, de Rulfo, de Fuentes. Todos y todas con la sabiduría en el cuerpo a la hora del Cha Cha Cha, del Mambo, de la Huaracha y del Danzón.
12.- Comencé a leer con un libro que me regaló mi padrino. Yo tenía 13 o 14 años. El libro narraba las conquista del Everest por Hillary y el sherpa Tenzing,   del  Polo sur por Amundsen y del norte por Peary.  Las tres historias fueron cautivantes. Algo de ellos aparecía en mí, cuando años después , navegué el Amacuzac y me sumergí en las profundidades de la tierra en Xoxafi ( supongo que de ahí pasé de la espeleología de la tierra a la espeleología del alma).
13.- Ya de adolescente leí a Jardiel Poncela ( Amor se escribe sin hache), a Neruda ( 20 poemas de amor y una canción desesperada), a Victor Hugo (Los Miserables), Taylor Cadwell (La Columna de Hierro).
14. A los catorce años tuve mi primera guitarra de manos de mi otro padrino, Carlos Guevara – uno de los mejores intérpretes del Flamenco,  en aquel entonces era la primer guitarra en “Bulerías” -y aprendí a tocar boleros, y a los dieciocho llegó el piano a la sala de mi casa y yo comencé con mis clases.
15.- Mi primer amor fue una niña que se asomaba por la ventana de su casa cuando nosotros ( adolescentes de 13 a 15) salíamos a jugar futbol a la calle. Ella nos miraba, yo creía que me miraba a mí. Cada uno de mis amigos  creía que lo miraba a él. Nunca supimos a quién miraba, pero todos jugábamos mejor. Esta historia la incluí en un cuento y en un poema.
16.- A los 17 años me hice Scout, y me mantuve en el movimiento hasta los 28, cuando viajé del estado de México a Tijuana.
17. Cuatro veces, cuatro, hice en el balsa el río Amacuzac. Mi recuerdo aun gotea.
18.- Tres veces baje a la gruta de Xoxafi.
19.-   Como telón de fondo, a la menor provocación,  viajan conmigo líneas, páginas, capítulos de Cortázar, Victor Hugo, Neruda, Beneddetti, Sabines, Bolaño, Galeano, Elizondo, Tolkien,
20.- Siempre Bach. Siempre Bach,  y sus Suites para Cello, Glenn Gould y el Clavecin Bien Temperado, Jame Rhodes y el Adagio del concierto no. 3, en D;  Martha Argerich y la Tocata en C menor.
21.- Mi mejor maestro se llamó Armando Escobar. Jefe  Scout, amable, entero. Nos decía a los jóvenes hay que tener cuatro cosas : familia, escuela, novia y ser scout. Y si los scouts te impiden tener novia, habrá que dejar a los scouts. A su invitación navegué por primera vez el Amacuzac. Tenía 17 años y hasta ese domingo, nunca me había jugado la vida.
22.- Cuando salí de la preparatoria  estudié piano por primera vez. Volví al terminar la universidad
23.- Desde la secundaria escribo. En ese entonces escribí Cuentos, canciones y poemas.
23. Aun ahora, la música, y la literatura son los rieles sobre los que corre mi vida.
24.- La vida sigue siendo un misterio. Lo dijo Don juan. En ese misterio reside su mayor belleza, eso lo digo yo.
25. Cada noche de campamento, es única.     
 26. La noche más bella la pasé viajando en tren atravesando el desierto de sonora. Noche sin luna, plagada de estrellas. Viajaba solo.  Regresaba de Tijuana a casa de mis padres en las vacaciones decembrinas. El tren lo tomé en Mexicali, Era  1983, pero pudo ser 1984. Sé que la noche y sus estrellas están ahí donde las vi. De vez en cuando, viajando de noche por  la carretera Mexicali- Tijuana, en la Rumorosa, hay un atisbo de ellas.
27. La noche de más terror, la tuve en la adolescencia, cuando acompañaba a mi abuela Elena a Veracruz. Cerca de las once de la noche  el tren  baja por  Cumbres de Maltrata. La pendiente es criminal y el tren parece que baja sobre una pista de hielo. En medio de la bruma el tren se inclina, baja  y rechina  mientras avanza de puntitas. Yo me aferraba a la pared del compartimento, a las sábanas, a la almohada, mientras abuela comía galletas marías.
28. Extraño viajar en tren.
29.  Voy sumando “B” a mis gustos. Bach, Beatles, Beethoven, Brahms, Benedetti, Bolaño, Bisquets.
30 . Mi  amor al piano se lo debo a  los Nocturnos de Chopin, interpretados por Arthur Rubinstein.
31.  El libro que más veces he leído es “Rayuela“ de Cortázar, invariable y reglamentariamente  una vez por año .
32. El libro que más he recomendado es “Los Miserables” de Víctor Hugo. Ahí estamos, desde hace siglos todos. En cada esquina hay una Fantine, que tiene a su hija Cosette. Cada noche apresan injustamente a Valjean, y hay un Javert, empecinado en castigarle por lo que no hizo. Cuántas Eponine hay, dispuestas al mayor de los sacrificios por amor. 
33. El libro que no terminé  de leer ( creo que lo dejé antes de la pg. 20) fue uno de Carlos Cuauhtémoc Sánchez, y no me acuerdo de su título.
34. El poema que más veces he leído es el poema XX de Neruda. Casi siempre en las noches.
35. Los boleros que más me gustan son de Álvaro Carrillo. Me gustan más, mucho más, de noche.
36. Los fríos, no se me dan. Sufro de hipotermias que me dan terror. Se me acalambran músculos, huesos por cerca de media hora.
37. Fue hasta hace cuatro o cinco años que descubrí  ( nunca sabré si demasiado tarde) los Cuartetos de Cuerdas:  Beethoven,  Shostakovich,  Bartok,  Brahms, Haydn. Mi amor por el piano (incluidos los tríos de Oscar Peterson,  Bill Evans y Dave Bribeck), como cualquier amor excesivo, olvida el mundo que nos rodea. Así que tardé en escuchar algo más, que desde siempre  estaba ahí. Bienvenidos fueron la música de cámara y la profundidad del Cello.
38.Me emociona la libertad y la creatividad  de Roberto Bolaño. Me apena su muerte temprana, pero estoy convencido que su obra perdurará entre la de los grandes.  Hay que leer sus cuentos, Los Detectives Salvajes y 2666.
39. Mi gusto por el café americano con base de espresso, tiene su historia. Mi tía Ma. Elena, hermana de mi padre, tuvo a su cargo una cafetería en el vestíbulo de un cine, allá en la ciudad de México, allá por 1970. Ahí lo probé. No supe lo que era, hasta que muchos años después (pudieron ser quince o veinte, no lo sé)  reconocí su sabor en una cafetería de Guanajuato. Ahora tomo uno casi a diario en  el Daz Cortés de la cacho, servido de la mano experta de Ross. 
 40. Le debo a un casete muy viejo, escuchar  las Arias cantadas por Plácido Domingo y Rene Fleming. Lo escuché noche tras noche, hasta saberme incondicional de Puccini. Una noche me dije, “ ya lo pensé, me gusta la ópera”.   
41. Hace 43 años comencé a escribir, y lo primero fue un cuento en un cuaderno Scribe que llevaba la secundaria. El personaje (que cosa más predecible) estaba irremediable e inútilmente enamorado.
42. Hace 27 años que hago radio. El primer programa fue en “Estéreo frontera” ( 102.5 f.m.) y  eran charlas sobre psicología.
39. Dos veces cancelaron mis programas de literatura. Una en Estéreo Frontera ( 1993), otra en Radio Tecnológico ( 1994), ambas por  leer relatos y poesía sobre el “68”.
40. La historia de las mujeres y hombres valientes y enamorados que han compartido conmigo la experiencia radiofónica, es una historia heroica. Una vida entera la que he vivido a su lado.
41. Dos veces cancelaron permanentemente en los periódicos mis comentarios  editoriales. Una en  “El Mexicano” (1987) y otra en “El Día”  (1994). En ambos casos por escribir contra los gobiernos en turno.  Y en ambos casos alegaron problemas de espacio en sus páginas. En 1987 dejé de escribir en “El Mexicano” y fui muy bien recibido por Rogelio Lozoya  en el ABC donde comencé a escribir nuevos editoriales bajo la columna Testimonio.
42. A los 17 años conocí a la mujer que sin decirlo, me diría “ así somos las mujeres”. Ella, en un par de años,  con su amorosidad,  trazó para toda la vida,  la línea que separa lo que es y lo que no es amor.
43. Mi primer beso, el verdadero primer beso, lo di una noche. Era  1972, era diciembre, era la noche del  16,  y era  viernes. Estaba en mi “vocho, ” (era amarillo), y la había invitado a ver la iluminación decembrina de la ciudad. Cuando estaba a punto de estacionarme, ( ella quería una paleta) me giré y ella, es decir, su rostro estaba ahí. No siempre es claro y si la besé, o me besó. Decir que nos besamos, es una salida fácil. Era viernes, era de noche. Ella estaba ahí.
44.  Los nombres de quienes en diferentes momentos de mi vida  han sido mis mejores amigos son. Pablo, Alejandro, Arturo, Pepe, Eduardo, Lino, Andrés, Jesús, Mario. Con Alejandro filosofaba café de por medio en el restaurant California en Sta. Mónica en el Estado de México; Pablo, Arturo, pepe y Eduardo fueron compañeros Scouts por  doce años, con ellos hice canciones y me jugué la vida en más de una ocasión. Con Andrés y Jesús hice radio durante cerca de 10 años. Lino fue padrino de mi boda y de mi hijo mayor. Mario es Mario, poeta disfrazado de fotógrafo, que se disfraza de zapatero.
45. No siempre sé quién escribe cuando escribo. Yo,  o el espíritu  que me habita No pocas veces, cuando releo algo que yo escribí, me pregunto; ¿ yo escribí esto?, ¿ cuándo? Y por qué lo habré escrito? No siempre descubro la respuesta.
46. Me enteré de la muerte de mi madre, Consuelo, una mañana  cuando mi primo Iván fue compungido a avisarme a  la casa donde vivía. Murió de infarto muy  temprano en la mañana, después de prepararse un té.
47. Mi padre murió, cuatro años después, cuando preparaba su viaje a Tijuana para asistir al nacimiento de mi hijo. Siempre he pensado que murió cansado de intentar inútilmente vivir bajo  la ausencia de su esposa.  
48. A mi madre le debo el gusto por  la música, el baile  y las letras. Cosa de los Moncada.
49. Mi padre durante su juventud jugó futbol, lo hacía de medio volante. José Alfredo Jiménez era el  portero. En la casa de mi hermana sigue la fotografía  que da testimonio de la historia. Con el paso del tiempo, mi papá y José  Alfredo visitaban la misma cantina atendida por su amigo común, un buen hombre de  apellido Rábago. La imagen de Rábago limpiando la barra de la cantina del restaurante,  “La Manzana de Roma” terminó por ser la portada de un disco de José Alfredo.

50. Quizá en otra vida pude ser pianista. Pero uno nunca sabe. Tengo fama de terco. Así que en otra vida seguramente hubiera sido lo mismo que ahora soy.