- Una mirada que se lleve la nostalgia;
esa triste idea de que toda felicidad, fue ayer.
Una caricia que me recuerde que la muerte acecha.
Pero hoy no.
Hoy no.
viernes, agosto 31, 2012
Una mirada
La abuela Elena
Se llama Elena, le decían “Elenita”. Pero ella siempre quizo llamarse Grabriela.
Valiente, orgullosa, dinástica, altiva. Arengaba como tarjeta de presentación su ascendencia Hispana, heredera del porte ( y la sangre) del Marqués Ambrosio Spinola, aquel que aparece en la pintura “Las Lanzas” de Velásquez, dejando para posteridad la rendición de Breda.
Aunque nació en la peníns...ula de Yucatán, su tierra, era el mar. Un mar iluminado por una luna enrojecida, un mar encabritado de tiempo en tiempo por los vientos del norte, un mar verde ( como los ojos de ella) que terminó por ser la mejor metáfora de la abuela Elena.
Su frase preferida, su lema, que se convirtió en una declaración de principios ( que debía trasmitirse de generación en generación) era: Sólo Veracruz es bello.
Veracruz y sus tranvías; Veracruz y su café de la parroquia; Veracruz y su malecón; Veracruz y su mercado de pescaderías donde el chilpachole de camarón, jaibas rellenas, camarones al mojo de ajo,; Veracruz con su tortillería con sus gordas negras, blancas, dulces y sus picadas rojas; Veracruz y su Boca del río; Veracruz y el playón, Veracruz y los toritos de mango; Veracruz y la nieve de Guanábana ; Veracruz y el hotel Royalti de Don José, un español que ( a diferencia de ella) no descendía de la corte, cuyo bisabuelo no figuraba en ninguna pintura y que por supuesto, no había luchado ni vencido en Flandes .
Heredera de la altives, sus hijos tuvieron muchos hijos, pero ella solo reconoció a un nieto u un bisnieto . Los demás, indudablemente éramos hijos de sus hijos, nietos de ella, sólo Paul ( mi hermano ) y bisnieta sólo Georgina hija de Jorge, hijo de mi tía María Elena.
Su vida antes de ser la abuela elena siempre fue un misterio, nadie sabía su verdadera edad, ( ningún hijo miró alguna vez un acta de nacimiento de ella), nadie sabía por qué ( ni por quién) había abandonado ( o huido o fugado) de Campeche, ni por qué rompió con su familia apenas terminada la adolescencia, su llegada a Veracruz, a su tierra llena de oleajes, siempre una historia cubierta por la bruma. No hay nada de que hablar, decía. Del abuelo ( la verdad nunca supimos si lo del abuelo siempre fue en singular ) se tejían historias tan célebres como inverosímiles; ya era marinero o pirata, vendedor o forajido, hombre de su casa o malandrín. Cada vez que ella contaba algo de él , sonaba a la creación de un personaje secundario en la trama de su vida. En una de estas , lo de mi abuela Elena, además de la cocina veracruzana , era la dramaturgia.
No puedo decir que yo era cercano a ella, puedo decir que yo era el hermano mayor del único de sus nietos, pero recuerdo con gusto los viajes con ella en tren de la ciudad de México a Veracruz, ya de día de noche, siguiendo la ruta inconfundible ruta de cumbres de maltrata, abismo que como rumorosa veracruzana en su bajada hacía crujir los vagones del tren, chirriar los frenos y poner de punta los pelos del adolescente que era en ese entonces . Para mi abuela, el descenso de Maltrata era sólo la oportunidad para abrir el termo de café y comer galletitas Marías con mantequilla.
La abuela elena, vivió incontables años en Veracruz hasta que enferma no pudo seguir viviendo sola. No aceptaba “ayuda” de mujeres en su casa, ya que todas, era o ladronas o güilas ( prostitutas, per ella les decía güilas) o ladronas y güilas. Mi padre y mis tíos decidieron cerrar la casa de la abuela en Veracruz y llevarla a la ciudad de México . De ninguna manera fue fácil. Fue agravio que no perdonó.
Terminó sus días visitando a sus hijos, jugando canasta , hablando con su nieto Paul y su bisnieta Georgina.
Murió a una edad que sigue, y seguirá siendo un misterio. Alguna vez mi tía Nena, preguntó en una cena navideña a varios de sus hermanos, si alguno sabía le edad exacta de mi abuela al morir.
Nadie supo que contestar.
Su único nieto, Paul, a su hija mayor, en homenaje a la abuela elena, le puso Gabriela.
En fin , yo sólo era un hijo de uno de sus hijos. Creía firmemente que yo era extraterrestre y que un día tendría que escribir la historia de la familia.
Va pues lo segundo, no lo primero.
Habrá
Habrá que amarte todas las eternidades…
la eternidad del suspiro
la eternidad de un guiño
la del aleteo de una mariposa
la de un beso
la de recuerdo de la última vez que te toqué.
martes, agosto 28, 2012
Tinita
Por aquello del día de los abuelos:
Mi abuela Tina , se caso ( muy, muy, pero
muy ) joven con un trompetista, - Juan Benjamín- , que trasnochaba con precisión
reglamentaria de jueves a domingo, formando parte de la sección de vientos de
algunas orquestas de la época (Luis Alcarás, Gonzalo Garrido, entre otras). Mi
abuela Tina - seguro que mi abuelo le decía Tinita- (insisto en que era muy,
pero muy joven) no tuvo mayor defensa contra notas tristes y azules que rodeaban
a mi abuelo Juan Benjamín, cuando tomaba su trompeta e interpretaba las canciones
de moda en la sala del departamento donde vivían.
Durante años la casa de Tinita era azul, y
su cuerpo no era sino un pentagrama tibio donde se acomodaban dulcemente
negras, blancas, corcheas, pizzicatos en intensidades que iban del pianísimo al
forte, llevados mucha intensidad y poco
respiro.
Sin embargo al paso del tiempo, las notas
tristes y azules, terminaron por espaciarse, había respiros innecesarios ,
pausas (pocas notas y muchos silencios ) porque mi abuelo viajaba con
frecuencia acumulativa con diferentes
orquestas a los Estados Unidos y su ausencia llenaba la casa de un silencio que
no interrumpían ni los muebles, ni las ventanas, ni las risas de los hijos.
Juan Benjamín, iba y venia, rodeado siempre
por las notas tristes y azules, salpicando la casa y la piel de la abuela
Tinita que terminaba noche a noche recuperando a su cuerpo- pentagrama , hasta
que un día, una noche habrá que decir, cansado de ir y venir, dejo de venir, y
las notas azules dejaron de pintar el cuerpo de Tinita.
Muchas, pero muchas noches después, cuando
su cuerpo no era sino sólo el cuerpo de una mujer, sentada en la sala de casa
de su hija, escuchó a su nieto tocar el
piano. Cambio de lugar para verle los ojos. Tienes los ojos tristes, le dijo,
mientras y tocas cosas muy lindas, le dijo mientras miraba al infinito que se
colaba por la ventana de la sala. El nieto, que no hacia sino acariciar el
teclado sorprendido de las notas azules que despedía, siguió tocando para la
abuela, esa y muchas otras tardes que
ella llegaba a hilvanar las notas azules que desprendía el piano y ponérselas en
el cuerpo, hasta enhebrar recuerdos y nostalgias.
Muchas, muchas noches después, el nieto
escuchó en una conversación entre tías aquello de los ojos tristes. Ahí se
entero que “ojos tristes” era el nombre que tinita le dio a Juan Benjamín, cuando se enamoró de él.
lunes, agosto 27, 2012
Lenguajes
- Primer lenguaje: indudablemenmte, el amor es el gran motor de la vida.
Segundo lenguaje: Tan solo tu nombre, me incendia y apacigua ; me duele y me alivia; es alla, en el fondo de tu mirada, donde se encuentra el unico lugar donde es posible habitar, el resto es desierto.
Tercer lenguaje : ( nada puedo hasta tenerte frente a mi, entonces mis manos, mis brazos, mis labios...).
Cuarto lenguaje: sal a la noche, escucha... el viento...; mira el paciente movimiento de las estrellas, te muestran el camino ..; ahi en el paso de la luna que no hace sino delinear tu sombra, en el viento que mece las ramas de los arboles, que conduce el viaje de las nubes, si guardas silencio, te musita. Abre tus brazos ,ahi estoy, mirandote, susurrandote, cobijandote.
martes, agosto 21, 2012
Abrir mis ojos
Abrir mis ojos
Mirar mis manos
Mirar tu rostro
Mirar mis manos acercándose a tu rostro
Sentir tu piel que sigue dormida
Bajar la vista
Mirar tus hombros respirando callados
Sentir mis labios secos como hierba
Acercarme a la piel que nace bajo tus hombros
Besar la tibieza y el aroma del sueño
Mirar mis manos
Mirar tu rostro
Mirar mis manos acercándose a tu rostro
Sentir tu piel que sigue dormida
Bajar la vista
Mirar tus hombros respirando callados
Sentir mis labios secos como hierba
Acercarme a la piel que nace bajo tus hombros
Besar la tibieza y el aroma del sueño
Humedecer mis labios que se ocultan entre tus senos
Sentir el latido que pulsa hacia mi boca
Descender tu cuerpo atrapado en la noche
Mientras mis manos siguen oscuras
Mirar tu rostro allá en la distancia
Perdido en la noche en la que deambulas
Inalcanzable, sin mirada y sin suspiros
Recostarme en tus labios que siguen sellados
Volver a tu rostro, impasible y sereno
Cerrar mis ojos abrazado a tu sueño.
Sentir el latido que pulsa hacia mi boca
Descender tu cuerpo atrapado en la noche
Mientras mis manos siguen oscuras
Mirar tu rostro allá en la distancia
Perdido en la noche en la que deambulas
Inalcanzable, sin mirada y sin suspiros
Recostarme en tus labios que siguen sellados
Volver a tu rostro, impasible y sereno
Cerrar mis ojos abrazado a tu sueño.
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