El tiempo.
La vida.
Nada vuelve. Bien lo sé.
El río de Heráclito,
el cosmos que inagotable se expande.
El tic tac inmutable, impasible.
El viento, las nubes que se disipan y no vuelven.
Lo sé.
Pero hay tardes, alguna noche
en que un deseo tan imposible
como improbable se cuela entre mis horas.
Terquedad, nostalgia, esto no lo sé,
Pero quizá lo sé.
Mirarte, otra vez,
por primera vez.
Mirarte mirándome, otra vez, por primera vez,
besarte, sentirte, penetrarte, escucharte decir
tu nombre, mi nombre
por primera vez.
Asombrarme, ilusionarme, desearte,
soñarte como si sólo
hubiera, una vez.
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