miércoles, febrero 21, 2018

Justo ahi

El día discurre. Minutos, horas, pasan.
Hago cosas, tareas, algo digo.
Entre esas cosas, en los intersticios, entre líneas, te rememoro: encuentro algunas palabras que dejaste bajo la almohada que guardé en la bolsa del pantalón, un guiño que atraviesa media ciudad para encontrarme en un café donde invariablemente paro, un beso cuya calidez resiste el embate del día.
Llegada la noche, cuando pienso en lo que he pensado, cuando recuerdo mis recuerdos, miro que cada hora tuvo su signo. No tengo sino que reconocer que tras el día, con su manecilla invisible que define el curso del sol, con su inasible telón azul y negro del impasible infinito donde se esconden las causas de las cosas que suceden, ahí, justo ahí, te encuentro

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