domingo, mayo 29, 2005

JUAREZ

1. Sabado 28. Juarez..
Ser mujer y Vivir el miedo. Sentir, a la vuelta de una esquina la punzada en el estomago, a la mitad de una avenida un escalofrío que nace en el cuello y recorre la piel mordiéndola a su paso.
Vivir el miedo es decir, escuchar voces en la penumbra , cuando los murmullos del viento se convierten en voces que parece que te llaman, que te gritan, que te esperan; es tratar de identificar, prever, esquivar la sombra del asesino en la penumbra creada por una nube bajo la luna, por un árbol mecido por el viento, por un desconocido cualquiera que pasa sin imaginarte.
Ser mujer – vivir el miedo- y salir de casa, cada mañana , cada tarde , cada noche haciendo un esfuerzo por olvidar que vives en Juarez, por no llevar la cuenta de las desaparecidas , de las descubiertas, de las enterradas; haciendo lo posible para no pensar, para no calcular, para no sopesar las inescrutables posibilidades de tu regreso . Pero no puedes olvidar, negar, silenciar , entonces – inevitablemente, irremediablemente - día tras día, tarde a tarde, noche a noche andas la ciudad contando tus pasos, rasgando el espacio inmediato , arañando el tiempo para llegar a la escuela, a la oficina, a la maquila, al mercado , a la tienda, a la iglesia, al cine. Apresurar el paso, y entonces, llegar, llegar, llegar.
Ser mujer, vivir el miedo y buscar en el rostro del novio ,del que se dice amigo, del compañero de trabajo, del jefe de turno, del despachador, del vecino, del policía, del vendedor de periódicos, en su mirada, en sus palabras, en sus manos signos, rastros, señales , pistas. Vivir el miedo de no saber quien , de pensar que cualquier, pero … si cualquiera, entonces… cualquiera.
Son tantos, ¿pero quienes, son tantos , pero donde ?
Ser mujer , vivir el Juarez y cerrar el puno con ganas de golpear hasta agotar la ira, tu ira , a esa masa con y sin rostro donde se confunden asesinos y cómplices, defensores y perseguidores.
Ser mujer y saber que tu vida vale una cerveza, una masturbada, tres golpes, unas cuantas mentadas de madre.
Ser mujer y vivir en Juarez y pensar en irse a otra parte, por que quizá en otra ciudad, quiza lejos, donde nadie sepa quien es , donde va a la escuela o donde trabaja o a que iglesia va , o en que mercado compra su despensa.

Ser mujer y vivir en Juarez y escuchar día con día las palabras que no detienen ni el llanto ni la muerte.
Ser mujer , vivir en Juarez y esperar con terror la llegada de la noche.

Domingo 29. El día inicia, con su noche al final de la jornada.

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