viernes, abril 07, 2006

FARABEUF

de
SALVADOR ELIZONDO

La noticia de la muerte de Salvador Elizondo me tomó desprevenido.No tardé mucho en recordar (“ confundía el recuerdo con la experiencia”, Farabeuf, pg. 13 ) mi primer contacto con un libro alucinante, extraño, lleno de misterios, que obligaba a una concentración demandante del lector para seguir el hilo de la narrativa : Farabeuf.
El día en que escuché la noticia, hace unos cuantos días, busqué el libro y me sumergí en la doble experiencia, la de releer el texto, la de recordarme leyéndolo por vez primera. No fue fácil integrar los dos momentos que se superponían uno al otro intermitentemente. Otra vez, tomé el libro entre mis manos y una vez más, el Dr. Farabeuf, se presentó frente a la puerta del departamento donde alguien dejaba caer las monedas para una lectura del I Ching. Las tres monedas tinitean, las posibilidades de la sincronicidad explotan: un yin y dos yang; dos yin y un yang; tres yin o tres yang. Cuatro posibilidades para una sola linea. Pero son seis lineas las requeridas para formar un hexagrama. Recordé que recordaba el texto.

Salvador Elizondo publicó “Farabeuf” o la “crónica de un instante” en 1965. Justo a mitad de los sesentas. Una década soberbia en términos de explosión cultural literaria en el continente .Algunos ejemplos : en l 968 Jorge Amado, publica “Doña Flor y sus dos Maridos”; Miguel Angel Asturias, publica en 1963, “Mulata de Tal”; Alejo Carpentier , en 1962, “El Siglo de las luces”; Julio Cortazar en 1963, “Rayuela”; Carlos Fuentes en 1962, “Aura”; Gabriel García Márquez, en 1967 “Cien años de Soledad”; José Lezama Lima en 1966, “Paradiso”; Juan Carlos Onetti, en 1961 “El Astillero” y en 1964
“ Juntacadáveres”; Ernesto Sábato en 1961, publica “Sobre Héroes y tumbas ”; Mario Vargas Llosa, publica en 1963, “La ciudad y los Perros”, en 1965, “La casa Verde” y en 1969 “ Conversación en la Catedral” . No la lista no es exhaustiva. Hay, mucho más que decir ( que leer ) de esa década.
Pero volvamos a Elizondo. Es en esa vorágine de rompimiento con la tradición, con las formas ortodoxas de acercarse, de crear literatura que el escritor mexicano da vida al Dr. Farabeuf.
La obra con toques escatológicos, es la historia de una pareja en el curso de un tiempo, mientras la historia parece intemporal, en la repetición de momentos que vuelven en la memoria, en el recuerdo y que terminan fundiéndose con el presente (“ somos la materialización del deseo de alguien que nos convocado, de alguien que nos ha construido con sus recuerdos?”). Durante la historia, el tiempo se revuelve, las imágenes regresan una y otra vez como rituales que requieren de la repetición, como un rezo , como una imagen frente a un espejo.



Elizondo conoce bien la cultura China.
El texto hace no solo referencia al libro esencial del Taoismo, el I Ching ( texto oracular y de consulta escrito por el Rey Wen , Lao –Tse y Kunt-tse, hace más de dos mil años ), al ritual de las monedas para formar el hexagrama; describe con puntualidad escatológica los pormenores de ciertas formas de tortura con las que castigaban a asesinos en el antigua China. Y mientras describe el proceso, Elizondo aprovecha para preguntarse sobre la vida, la muerte, el vivir y el morir, el momento justo en que la vida termina o inicia. Pero todo en un momento, un instante que reúne la vida recordada. El hombre que sube la escalarera, la mujer que deja caer la monedas, un paseo por la playa, el dolor del suplicio , la lluvia que sigue cayendo y golpeando el cristal de la ventana. Un instante. El abre la puerta , ella está ahí, esperando, en ese preciso momento, en cada momento que el recuerda, hasta que el recuerdo se confunde con la vida.

adolfomoralesmoncada

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