jueves, noviembre 07, 2013


Mis manos, bueno,
para delinear tu rostro  y palpar tu mirada,
para capturar y sostener tus palabras,
para impregnarlas , y tu aroma me acompañe en las tardes lluviosas ,
para tomar tus manos (y tu brazo y tu cintura y tu pelo),
para recorrerte, ponderarte, calcularte ,  describirte, y luego escribirte.
Mis manos,
frente  ti  a ti,
son mi termómetro, mi diapasón, mi barómetro, mi péndulo.
Con mis manos te narro, te hablo,
te susurro, te deletreo,
te cuento mis historias
(las reales y las imaginadas),
te muestro mis querencias;
te escucho (porque tus ojos, tus hombros,
tu pecho, tus aromas, hablan – cuentan sus deseos, recuerdan nostalgian)
Con mis manos,
 te descubro textura, contorno, cóncava, convexa;
te sostengo cuando te abrazo,
te cerco cuando te beso,
doy testimonio de tu cuerpo,
corroboro tu existencia,
te distingo de la que imagino o sueño.
Mis manos son el yo, que más te habla.

Para  lo demás, es decir,  para rascarme la cabeza,  prepararme el café,     sobarme cuando me golpeo la rodilla,  limpiarme los lentes, tocar alguna puerta, teclear, saludar a personas que conozco ( y a las que no conozco),  mis manos son utilería.  

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